domingo, 31 de enero de 2010
Antonio Fontán, nobleza obliga / La Gaceta 15.01.10
Al saber del fallecimiento de Fontán, me asaltan unos versos de Rubén Darío a propósito de Machado, otro Antonio sevillano: “Fuera pastor de mil leones /y de corderos a la vez”. La personalidad de Fontán era, en efecto, muy poliédrica, aunque estaba presidida por un fondo de seriedad y de lealtad que no le abandonó nunca en sus empresas. Fontán fue, en primer lugar un intelectual riguroso, autor de un número muy alto de trabajos históricos y filológicos, llenos de interés por su erudición, su curiosidad y su talento. El último de sus libros, Príncipes y humanistas, está repleto de intención, de sabiduría: un tema arcano se convierte en una reflexión sobre la vida llena de interés, de sugerencias, de actualidad incluso.
Ser un latinista competente es argumento suficiente para una vida plena, pero Fontán supo ser más, sin dejar de ser de los mejores en lo suyo. Aunque a él no le gustase oírlo, Fontán era un español bastante raro, un tipo tan alejado de la improvisación y la chapuza como uno pueda imaginar. Además de un erudito de primer nivel, fue un extraordinario periodista que encabezó varias iniciativas históricas. Fue el alma del diario Madrid, un intento insólito de forzar la libertad política en el seno de un régimen que se resistía a perder los controles. Es pasmoso que un académico haya podido ser, un hombre de acción tan eficaz y constante. Su tarea periodística le abocó a la política de una manera natural, pero como un ejercicio de patriotismo, de lealtad al pasado y al futuro de una España a la que amaba hondamente, y para la que siempre procuró lo mejor. Los españoles, fieles a nuestra ceguera, no hemos sabido reconocer sus méritos de una manera adecuada, aunque el marquesado de Guadalcanal, de modo tardío, ha atenuado un poco esa injusticia.
Como político era ambicioso y tranquilo, astuto e ingenuo. La política fue algo que había que hacer, pero con lo que era mejor no perder la cabeza, un riesgo al que siempre están expuestas testas menos sólidas que la suya. Supo retirarse a segundo plano cuando entendió que había cumplido su misión, y concentrarse en esas tareas que no se pueden abandonar. Son muchos los que han aprendido a su vera, los que le han acompañado en sus ambiciones e ilusiones y ha sabido dejar en ellos una semilla de nobleza, de desinterés, de pasión por lo que vale la pena. Era muy notable ver la atención que dedicaba a cualquiera que tuviera algo que decirle, siendo como era uno de los españoles con mejor criterio e información del último medio siglo.
Fontán ha sido todo lo que fue desde un fondo que puede parecer contradictorio: un genuino liberal, una mente abierta, tolerante, capaz de valorar cuanto de bueno hay en este mundo y, a la vez, un hombre profundamente cristiano, dedicado discretamente a hacer el bien y a vivir su fe y su esperanza. Creo que puede decirse de él, sin irreverencia, lo que el evangelio de San Marcos dice del Maestro: Omnia bene fecit, todo lo hizo bien.
Antonio Fontán, un sevillano universal / El Imparcial 1.2.10
HIDEHITO HIGASHITANI es catedrático emérito de la Kobe University of Foreign Studies y actualmente catedrático de Literatura en Himeji Dokkyo University (Japón).
In contraria ducet
Antonio Fontán, un sevillano universal
01-02-2010
Me llega la noticia, con miles y miles de kilómetros de distancia de por medio, del reciente fallecimiento en Madrid de Antonio Fontán, mi antiguo profesor de la Facultad de allá por los años 60. La prensa española coincide en dar la noticia destacando su personalidad como ’el primer presidente del Senado de la democracia’ y habla de su dedicación polifacética con sus méritos profesionales en variados campos a lo largo de su vida: como politico, como periodista y también como catedrático de Filología Clásica.
Pero, no quisiera caer ahora en el tópico de recordar a un maestro enumerando todos los títulos honoríficos, publicaciones y cargos que desempeñó a lo largo de su vida. Lo que pretendo aquí es trazar un pequeño retrato personal suyo refiriéndome escuetamente a su dimensión humana vinculada a mi contacto personal con él en el ámbito de la Universidad, que fue, al fin y al cabo, el que ocupó una buena parte de su trayectoria vital.
Conocí a Antonio Fontán en 1964 siendo él decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad, donde yo, recién terminada la licenciatura en Japón, acababa de iniciar mis estudios doctorales en España.
El profesor Fontán, como decano de la Facultad, tuvo la gentileza de invitarme un día a su despacho para hablar conmigo sobre la marcha de mis estudios y para cambiar impresiones sobre cualquier tema que me gustase.
A decir verdad, para un típico despistado oriental que pisaba las tierras hispanas por primera vez en su vida, donde tan distintos eran el modo de pensar, la forma de actuar y las costumbres de la gente que me rodeaba, me resultaba algo incómodo en aquel entonces mi intento de adaptación a la vida universitaria española. No me refiero a esas típicas chiquilladas inocentes o bulliciosas bromas que se gastaban entre los estudiantes, ni a aquellas típicas discusiones acaloradas mantenidas por los que creen que por alzar la voz consiguen tener más razón frente a los demás, ni a otras expresiones ’carpetovetónicas’ similares del alma hispana, porque eso no me cogía de sorpresa ya que venía yo bien dispuesto y preparado para ello.
Pero lo que sí que me incomodó mucho fue la sensasión de malestar y de desconcierto en el orden, digamos, intelectual que me causó el ambiente político y social que reinaba entonces en España. Era la época en que en España se festejaba por todo lo alto ’los 25 años de paz’ y se suspendía por orden gubernamental la publicación de una revista humorística por sacar un titular que decía con jocosidad ’Veinticinco años de paz y ciencia’.
Todo ese ambiente en la vida pública española era de difícil asimilación para un jóven oriental de veintitrés años que hasta entonces había vivido y formado intelectualmente bajo el ambiente liberal y democrático en su país de origen en la época de postguerra.En la primera entrevista con el Prof. Fontán, lo que más me impresionó fue su modo de hablar tan tranquilo y reposado respaldado por una inteligencia equilibrada y juiciosa junto con aquella elegancia y finura nata de un sevillano tradicional. Y me quedé algo tranquilo al comprobar que frente a mí tenía a una de esas personas que sabían ’convencer’ con buen razonamiento sin necesidad de alzar la voz a los que difieren de su pensamiento. Y nuestra conversación giró, más que sobre el tema de mis estudios, principalmente en torno a esa sensación de desconcierto que yo sentía en la vida española y sobre la postura intelectual que yo debía tomar frente a aquella sociedad a la que pertenecía yo de alguna forma.
A través de una serie de conversaciones que tuve con él desde aquel primer encuentro, no tardé mucho en descubrir su talante liberal y equilibrado, su independencia de criterio, su generosa actitud de comprensión de las posiciones de los demás.
Fontán comprendió en seguida mi inquietud con ese modo casi intuitivo de ver las cosas. Tuve la sensación de haber encontrado de verdad un ’aliado’ mío y me entretuve en esos ratos gratísimos de diálogo tranquilo y relajado. Y me confortaban sus palabras llenas de afabilidad y de cariño que le caracterizaban
Pero en esta vida lo bueno no suele durar mucho. Al cabo de unos años escasos de nuestro encuentro se marchó para Madrid para emprender su nuevo camino en el periodismo.
Desde aquel año seguí —dentro y fuera de España- sus avatares profesionales como periodista formando parte de la avazadilla de la democracia y enfrentándose con la dictadura y después como político de pro en la línea de conservadurismo liberal en la época de la transición democrática.
Antonio Fontán era, por lo que a mí me toca, un espíritu libre. Y casi me atrevería afirmar que es una de las personas que me habían dejado mayor impronta en los años de plenitud formativa, es decir en mi vida estudiantil universitaria. Así que a él le guardo gratitud profunda.
Adiós y muchas gracias, don Antonio.
jueves, 21 de enero de 2010
Algunos recuerdos sobre Fontán y Cádiz / Diario de Cádiz
Eduardo / Del Pino / Profesor Titular De / Filología Clasica | Actualizado 21.01.2010 - 01:00
Hace casi tres años, en el mes de marzo de 2007, recibía en Cádiz don Antonio Fontán el Premio Libertad del Club Liberal 1812. Dicen que la talla de los maestros se mide también por sus discípulos y sus continuadores. Don Antonio, como lo hemos llamado sus discípulos (en el sentido amplio del término), ha dejado profunda huella en el mundo de la política, en el de los medios de comunicación, y en el de la universidad. Y también en Cádiz. El pasado día 16 Enrique García Agulló, presidente del Club Liberal 1812, recordaba en Diario de Cádiz sus primeras reuniones con él en los comienzos de la Transición.
El papel de don Antonio Fontán en la consolidación de la monarquía parlamentaria de nuestro país fue muy relevante. Un dato sobre esto, aunque parezca anecdótico. El mismo día 16, en un nublado y frío día del invierno madrileño, recibía sepultura Fontán en el cementerio de La Almudena. Acudieron cientos de personas (tanta gente tan distinta y tan de acuerdo en acompañar en ese momento al mismo hombre). Estaban presentes muchas personalidades de esos tres ámbitos a los que principalmente se dedicó. Y también estaba (algo quizás inadvertido para muchos) su primer biógrafo: Jaime Cosgaya García, que decidió hace un tiempo preparar su tesis doctoral en Historia Contemporánea. El profesor Pablo Pérez de la Universidad de Valladolid no dudó en dirigir la investigación hacia una biografía de Antonio Fontán. Es significativo, por más que ya consagrados investigadores de la Historia Contemporánea, como el profesor José Manuel Cuenca Toribio, hayan escrito sobre el papel de Fontán en la política reciente de nuestro país. Muy posiblemente esa tesis se lea en este mismo curso, lo que promete un libro muy interesante para pronto.
Se han destacado diversos aspectos de la labor de don Antonio Fontán en la universidad. Ahora que se quiere valorar más las tareas de gestión de los profesores universitarios, quizás sea muy acertado recordar cómo él supo abrir cauces que han resultado con el tiempo especialmente enriquecedores. Y esto al frente de la Sociedad Española de Estudios Clásicos, o del innovador Instituto de Periodismo de la Universidad de Navarra; o también, en otro campo, al frente del malogrado (aunque bienlogrado) Diario Madrid. También lo hizo con publicaciones suyas, como aquel Artes ad humanitatem, o el conocidísimo Humanismo Romano, que señalaban hacia un ámbito de altísimo interés para el estudioso de la lengua latina y su literatura.
Entre tantos homenajes como Fontán ha recibido en sus últimos años, no es casualidad que el Instituto de Estudios Humanísticos (creado y dirigido por un catedrático, José M.ª Maestre, de la Universidad de Cádiz) quisiera en el año 2000 celebrar uno de sus congresos internacionales en homenaje a Fontán por su papel como impulsor de los estudios de Humanismo, uniéndolo así a los homenajes del Instituto a otros profesores pioneros como Antonio Prieto y los hermanos Luis y Juan Gil Fernández (este último maestro directo de tantos profesores de latín de Cádiz: de su Universidad y también de sus Institutos de Enseñanza Secundaria).
Muchas personas conocieron el despacho de don Antonio en la calle Fleming de Madrid. Ha sabido ser consejero de príncipes y de humanistas (y ya se sabe que el panorama social de los humanistas es variopinto). De aquel despacho repleto de libros salían sus interlocutores enriquecidos por su consejo o por su orientación, y siempre satisfechos por su talante de magnífico conversador. En una visita de un caluroso verano (que don Antonio sobrellevaba como un segundo Séneca) llevé a don Antonio un ejemplar de su último libro (Príncipes y humanistas) para que me lo dedicara. En la primera página escribió: "Para Eduardo Del Pino, varios lustros de relación amistosa continua, agradeciéndole el afecto que siempre me ha demostrado". Así de generoso era don Antonio Fontán. Supo ser maestro. Esta es la suma del haber (o mejor del deber) que tengo con don Antonio: esos cuatro lustros de fecunda relación entre latinistas, que se inició con una simple entrevista que yo le hice para una publicación universitaria (entonces concluía yo mi carrera de Filología Clásica), y que se consolidó con el tiempo. Desde entonces no he dejado de aprender de él, en lo profesional y en lo personal.
En los artículos que se están escribiendo en estos días se destaca su capacidad de diálogo, o su lealtad. A mí me gusta pensar en su generosidad. En cómo después de años de política, prensa o universidad, no parecía albergar resentimientos contra nadie. En su excelente buen humor, que mantuvo hasta el último momento (un humor que Antonio Burgos dice muy propio de la alta tierra de Guadalcanal, y que se enraiza también, creo yo, en su talante de cristiano sabio, o sea, humanista).
Se nos van marchando unos y otros maestros. En sus últimos días don Antonio estaba preparando una contribución para el homenaje a su buen amigo Antonio Caro, también profesor de nuestra Universidad y recientemente fallecido. De todo esto no podía imaginar nada aquel joven de seis años que fue llevado por sus padres, en 1930, a una recepción en el Hotel Playa Victoria de Cádiz. Como los guardamarinas estaban por llegar a la fiesta, sus padres lo dejaron quedarse un poco más. Pudo entonces conocer personalmente a don Juan de Borbón. Era 1930 y era verano. Y aquel niño que miraba el atardecer en la Playa Victoria no sabía que se iría a estudiar a Madrid; que sería catedrático de varias universidades; que fundaría varias revistas y le hundirían un periódico; que presidiría un Senado y firmaría una Constitución; que sería maestro de un Rey; que aún no habría muerto y ya habría una tesis sobre su vida.
Puerta grande / Abc de Sevilla
miércoles, 20 de enero de 2010
Muere Antonio Fontán, humanista y hombre de diálogo / Aceprensa
El pasado 14 de enero falleció Antonio Fontán a la edad de 86 años. Catedrático de Filología Latina, periodista y primer presidente del Senado en democracia, Fontán destacó por su capacidad de tender puentes entre personas de las más diversas tendencias políticas. Seleccionamos algunos comentarios de la prensa.
Fecha: 15 Enero 2010
En el obituario publicado en el diario El País (15-01-2010), Miguel Ángel Aguilar describe a Fontán como un intelectual comprometido con los problemas de su tiempo: contribuyó a crear el Instituto de Periodismo de la Universidad de Navarra, fundó revistas culturales como Nuestro Tiempo o Nueva Revista, dirigió el semanario Actualidad Española, fue senador y diputado de UCD…
Ese “compromiso cívico”, unido a su pasión por el periodismo, le llevó a dirigir el diario Madrid –el periódico más crítico con el régimen de Franco y avanzadilla de la democracia– desde 1967 hasta la orden de cierre dictada el 25 de noviembre de 1971.
Parafraseando unas palabras recientes del director de Le Nouvel Observateur a propósito de Albert Camus, Aguilar escribe de Fontán “que se la jugó al servicio de la moderación, que se atuvo a la lucidez, que definió un comportamiento y una actitud, sin renunciar por otra parte a un credo de cristiano ajeno al fanatismo y atento a su entorno de discípulos y amigos”.
“Su condición de miembro numerario del Opus Dei nunca le sirvió de ventaja, siempre la entendió como una obligación de servicio a los más próximos, a sus colegas y a sus discípulos en el ámbito de los estudios clásicos, a sus compañeros de aventuras periodísticas y políticas y al conjunto de sus compatriotas”.
Concertador de voluntades
La crónica del diario El Mundo (15-01-2010) sobre la muerte de Fontán recoge el elogio de los Reyes de España, los políticos y los periodistas. “Todos destacaron de él su ‘voluntad de consenso’ y su trabajo en favor de las libertades en una época tan difícil como la Transición”.
Don Juan Carlos, de quien Fontán fue profesor, lo definió como “una persona muy humana, muy cercana y español ejemplar”. Y el socialista Javier Rojo –actual presidente del Senado– se refirió a su predecesor como “un hombre bueno”, “de fuerte carácter institucional” y que “se esforzó siempre por llegar a acuerdos”.
En el obituario de El Mundo (15-01-2010), Justino Nova explica una de las claves de orientación que guió las andanzas de Fontán por la universidad, el periodismo y la política: la mezcla entre “una señalada prudencia, fruto de un talante equilibrado, inteligente, discreto, juicioso” y el compromiso coherente con sus convicciones religiosas en todas sus actividades.
En la misma línea, Vicente Martínez-Pujalte destaca de él que “era un hombre de grandes convicciones y creencias religiosas”, y “precisamente por ello tenía siempre un profundo amor a la libertad de quienes no pensaban como él, estaba plenamente abierto al diálogo y era capaz de entenderse con todos y de encontrar cauces de entendimiento y de acuerdo”.
Fontán, un liberal
En el diario ABC (15-01-2009), diversos columnistas hacen referencia al liberalismo político en el que militaba Antonio Fontán. Quizá el más original de todos es el poeta Luis Alberto de Cuenca, que nos sorprende en la Tercera con un juego de palabras: “Su liberalismo trascendía incluso el vocablo en su acepción de uso ideológico para ubicarse en el espacio semántico que corresponde al término ‘liberalidad’. Porque don Antonio se ha pasado la vida distribuyendo generosamente sus bienes espirituales y morales por todas partes sin esperar recompensa a cambio”.
“Y él, que creía firmemente en la libertad como principio máximo al que invocar en la dirección de los Estados, creyó también a pie juntillas en la libertad del desprendimiento, del altruísmo, de la filantropía. Y, a partir de ese desapego de lo accesorio, urdió un sistema de alianzas con lo esencial, que incluía la relación con Dios y con la patria y el servicio a los demás”.
lunes, 18 de enero de 2010
Antonio Fontán y Alcalá / diariodealcala.es
ANTONIO CAMPUZANO
En febrero pasado, las Universidades de Alcalá y Rey Juan Carlos homenajearon al momento constitucional de 1978 y personificaron en los presidentes de las Cortes Constituyentes.
esa distinción. Allí estaban Fernando Álvarez de Miranda y Antonio Fontán. Álvarez de Miranda no pudo leer su discurso y, en su defecto de salud, lo tuvo que hacer Fontán, quien acarreó con el suyo y el ajeno. Esa salud se trastocó y Antonio Fontán nos ha dejado hace dos días. Aquel acto simbolizó, como otros muchos, un hito histórico, el de
la transición, quien ya ha superado el lugar común de modélica para serlo de verdad. Los corrillos del patio del paraninfo en una estupenda mañana fueron otro modelo de convivencia fraternal.
Fontán protagonizó muchos de ellos, casi siempre acompañado de dos de sus educandos: una en política, Esperanza Aguirre; el otro, en las lecciones y virtudes de Estado, el Rey Juan Carlos. Fontán procuró cohonestar las relaciones de padre e hijo, Don Juan y Don Juan Carlos. Y procuró, siempre con las coordenadas de la tolerancia y la abierta disposición a actuar entre desiguales para hacer desaparecer la diferencia y el conflicto, que el paso de un sistema de gobierno a otro, del totalitario al democrático, se hiciese sin que se sonasen las bocinas de emergencia ni se encendiesen los gálibos de alarma.
De eso, en sus variantes públicas, periodísticas, académicas, se vistió siempre. Por eso, aquel día en Alcalá, la mañana en principio fría de febrero se iluminó sin motivo aparente. Porque allí estaba una cohorte de seres humanos que había ayudado a llegar a la orilla de la humanización de la política a dos generaciones de españoles. Eso tiene mucho mérito. Y el patio de la Universidad Cisneriana acogió aquella fiesta como sin quererlo. Y fue un gran día. En la capilla ardiente de Antonio Fontán, entre una explosión vegetal de coronas, había una de flores blancas, con una banda de arriba abajo con el nombre de Virgilio Zapatero, quien con mucha probabilidad se acordase de aquella mañana soleada.
sábado, 16 de enero de 2010
ANTONIO FONTAN IS DEAD
BY JUAN ANTONIO GINER, FOUNDER AND PRESIDENT OF INNOVATION INTERNATIONAL MEDIA CONSULTING GROUP
I just got the sad news that Antonio Fontan is dead.
He was the editor of Madrid, the iconic newspaper that was shut down and blow up by the Franco Regime in 1972.
In the picture he is with some of the editors of the paper in front a picture of the final destruction of the building’s paper.
The government suspended the newspaper, which was in favor of democracy and against the authoritarian rule of General Fanco.
Fontán was prosecuted on 19 occasions and fined 10 times.
In October 1971 the authorities demanded Fontán’s resignation, closing down the paper for good a few weeks later.
The International Press Institute (IPI) named him one of the “Heroes of Press Freedom.”
Later he became the first Senate President of Spain’s democracy.
Founder of the University of Navarre School of Journalism, Antonio Fontan was one of the most charismatic and brilliant personalities of the Spanish press.
In 2008 he was made Marqués de Guadalcanal by the King Juan Carlos I as an hommage to their contributions to the political freedom and civil peace in Spain.
I was editor of NUESTRO TIEMPO, a current affairs magazine founded by him, and I had some wonderful meetings, moments that I will never forget.
“Don Antonio” as we used to call him, was a real gentleman, a master and a role model for many young journalists of my generation.
We will miss him very much.
Spanish press freedom hero dies / guardian.co.uk
Antonio Fontán, the Spanish newspaper editor who was persecuted by the Franco regime for years before his newspaper was forcibly closed down and its offices dynamited, has died aged 86.
He was the editor of the national daily, Madrid, from 1967 and soon became unpopular with the regime for publishing articles defending democracy and civil liberties. The paper was shut down for four months in 1968, suffering heavy financial losses because it continued paying its staff.
Fontán was prosecuted on 19 occasions and fined 10 times before the paper was shut down altogether in 1971. The International Press Institute named him as one of its "heroes of press freedom."
When democracy was restored in Spain after Franco's death and the monarchy was re-established in 1975, the supreme court revoked the order to close down Madrid. The state was ordered to pay damages to the paper, but this was not enough to restart it.
Fontán was elected to the senate in 1977, and was one of the authors of the country's constitution, which recognised freedom of expression and freedom of information as fundamental rights. He also served as a minister of the government from 1979 to 1982.
He also founded the University of Navarre school of journalism. In 2008, he was made Marqués de Guadalcanal by the king, Juan Carlos, in recognition of his contribution to the political freedom and civil peace in Spain.
Antonio Giner writes: "'Don Antonio', as we used to call him, was a real gentleman, a master and a role model for many young journalists of my generation."
Pasión por la libertad. / colpisa
Un liberal / Abc
"Una persona a la que yo admiraba profundamente"
Iñaki Gabilondo en diariodenavarra.es (16.1.2010)
Tres personas tan distintas como usted, Pedro J. Ramírez o Jesús Ceberio estudiaron en la Universidad de Navarra. ¿Hasta qué punto condiciona la formación?
Ahora que se ha muerto Antonio Fontán, una persona a la que yo admiraba profundamente, recuerdo que el año pasado la Facultad de Comunicación de la UN celebró su 50 aniversario. En la mesa presidencial estábamos la decana, Fontán y yo. Y hubo alguien que dijo: ¿Y éste qué hace aquí? ¿Pero por qué no voy a estar?, pensaba yo. La decana habló en el acto de los valores que se intentan inculcar en la UN: respeto, dignidad, trabajo bien hecho. Me parece que son una carretera muy ancha, por la que todos podemos circular. Me siento y me reconozco alumno de esta Facultad, y contento, aunque esté en las antípodas del Opus.
Antonio Fontán, un enamorado de la libertad / noticiasdenavarra.com
por Covadonga O"Shea, * Presidenta del Instituto de Moda ISEN y alumna de la primera promoción de Periodismo de la Universidad de Navarra - Viernes, 15 de Enero de 2010 - Actualizado a las 07:29h.
Don Antonio, su primer director, un político liberal -rara avis en aquellos años 60-, aparecía para impartir la lección magistral a un grupo de jóvenes estudiantes. Su aguda visión de la profesión que habíamos elegido nos dejó asombrados. También nos encandiló su empeño por inculcarnos el sentido de la honradez, siempre en la línea de la libertad, valor con el que nos aconsejaba que ejerciéramos.
La imagen que guardo de aquel primer encuentro con esta personalidad de la vida nacional es la de un profundo contraste. Por un lado, se encontraba en una situación de "alta gama", diríamos hoy, tanto por su nivel intelectual como por su entorno profesional y vital. No en vano, formaba parte del consejo privado del Conde de Barcelona y se movía en los selectos ambientes monárquicos de la época.
Y a la vez, lo anterior resaltaba aún más por su absoluta sencillez, por su cercanía con los alumnos y por la convicción con la que nos explicaba los valores fundamentales que ha de tener un buen profesional de la comunicación.
Ha pasado medio siglo desde entonces. Hace muy pocos meses, en abril de 2009, en la Asociación de la Prensa de Madrid, se celebró el acto de presentación del libro Fcom: 50 años preparando el futuro, editado con motivo del 50 aniversario de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra. Don Antonio pronunció palabras claras, sencillas y profundas, con la misma lucidez con la que impartió su primera clase en el Instituto de Periodismo en Pamplona. La lección dejó en el aire el mismo mensaje e idéntica impresión que aquel día: esta profesión, como cualquier otra, vale la pena cuando se vive con la nobleza y la magnanimidad de don Antonio.
Era todo un señor, con un valor añadido: el de ser un caballero cristiano y un enamorado de la libertad. Ese descanse en paz habitual se convierte en este momento en la seguridad de que ya descansa en paz.
Antonio Fontán, descansa en paz / Diario de Cádiz
El mediodía oscuro de invierno nos trae la triste noticia del fallecimiento de Antonio Fontán Pérez, un buen liberal dueño de un ilustre currículo en el que ha brillado y brillará para siempre con afecto en el recuerdo que muchos mantendremos de su persona o con interés para todos aquéllos que gustan de conocer quién es quién en esta sociedad nuestra.
Un hombre de la lealtad es lo que Antonio Fontán me hizo sentir de él cuando le conocí al empezar el último cuarto del pasado siglo. Leal en su trayectoria con el padre del Rey a quien asistiera en su Consejo Privado. Leal con su hijo, Don Juan Carlos I. Leal con España a la que se entregó con sus mejores esfuerzos. Leal con sus oficios en la docencia o en el periodismo, pero leal hasta el extremo final con la Libertad, con todas las libertades, las que nos son tan necesarias a todos cada día.
Conocí a Antonio Fontán en esas fechas inolvidables que fueron desde el fallecimiento de Franco hasta el 6 de diciembre de 1978, en los tiempos en que muchos españoles tuvimos que cooperar con común esfuerzo para que España fuera patria de todos y no Mater Dolorosa para algunos. Eran los días de quienes querían a ultranza mantener lo que había o de los que pretendían revolver todo para que los que hasta entonces fueron, dejaran de serlo.
Y algunos elegimos encontrarnos en la posibilidad de entender que España era la reunión de todos los españoles, como nos habían dejado dicho en 1812 los primeros españoles que quisieron entenderse.
Antonio fue un buen mentor para muchos de nosotros. Todavía recuerdo aquellas reuniones que en la Calle Sánchez Bedoya, de Sevilla, manteníamos un grupo de jóvenes ansiosos de democracia que quisimos cooperar en una España nueva donde cupiéramos todos y donde nos empapábamos, desde un punto de vista liberal, de todo lo nos ayudase a defender nuestras ideas defendiendo la presencia de las ideas de los demás. Allí, en el local, cada tarde nos veíamos Soledad, Alfonso, Rafael, Eugenio, Jesús, Ignacio, qué sé yo, los del taxi y algunos más, parafraseando a Guerra. Y en los encuentros que periódicamente manteníamos con Antonio en algunos de los cafés de alrededor donde nos contaba las cosas que estaban pasando, sus experiencias y discutíamos sobre las qué podían pasar.
Y ahora estas cosas parece que no son nada. Sí, sí, nada, ya les diría yo a los que no las vivieron. Fueron los tiempos en que comenzara la Transición con todas sus dificultades pero con todas las ilusiones. El primer gobierno sin Franco pero con su espíritu presente. El desconcierto del aparato del Estado y las lícitas reclamaciones de quienes no habían podido hablar con libertad de sus sentimientos o de sus reclamaciones. Una extraña situación con la aparición de la vergonzante legislación sobre las Asociaciones Políticas que pretendía llamar de una manera a la realidad del deseo de los españoles de querer constituirse en los partidos políticos. Las Cortes de un Régimen que acababa y una ilusión que empezaba con el Presidente Suárez.
Y Antonio Fontán ya estaba con nosotros, impulsando, animando, moderando, enseñando. Poniendo su experiencia a favor nuestro y acuñando con afán el sentido de ser liberal.
La prensa ya ha dejado constancia de su extensa y generosa vida, de sus trabajos porque los españoles nos reuniéramos en este común solar, producto de una vida de entrega a los demás, de su preparación académica, de la riqueza intelectual de un hombre formado para la enseñanza y la investigación o para el ejercicio valiente del periodismo y para las lealtades.
Probablemente habrá personajes de mayor importancia o de mejor presencia en los medios y por ello más conocidos en el cotidiano vivir de los españoles de ahora, pero Antonio Fontán, y algunos otros más que fueron piña en aquellos años, fueron esenciales para que hayamos llegado hasta hoy sin tirarnos los trastos a la cabeza.
Me quedaré sin su acostumbrado opúsculo de Navidad que cada año, por tan entrañables fechas, nos mandaba a los amigos. Ya no volveré a recibir esos trabajos que le gustaba comenzar en latín. Pero me quedará para siempre mi constante agradecimiento porque he podido ser testigo del esfuerzo y las virtudes de un hombre bueno, muy preparado, que sentía más el ser que el tener y que nos enseñó a muchos de nosotros que ser liberal, además de comprender la defensa de unos principios políticos que nos son propios por la libertad y para la libertad, pasaba por entender la realidad de los demás, incluso la de nuestros adversarios en política.
Fontán, un hombre puente / La Vanguardia
Antonio Fontán actuó de enlace entre el conde de Barcelona y su hijo, contra los intrigantes
Nos ha dejado, a muchos muy apenados, Antonio Fontán, uno de los arquitectos del nuevo Estado democrático y pluricultural, el de la reconciliación española, el de la transición y del consenso en torno a la monarquía constitucional y parlamentaria, única vía que ofrecía ciertas garantías de liquidación de la Guerra Civil y de cambio político hacia un Estado de derecho homologable con los demás países occidentales. Fontán ha sido un ejemplo de hombre puente, ese género de personas que tanta falta hace en momentos críticos como los actuales, comprensivos, antisectarios, tolerantes, abiertos al diálogo, comprometidos en el servicio de la colectividad. De antigua raigambre andaluza, erudito profesor, filósofo y latinista, periodista vocacional, político que sólo fiaba en la autoridad moral, Antonio Fontán se granjeó, a la vez, la confianza del príncipe de España y de su augusto padre, el conde de Barcelona, entre los cuales actuó de enlace, contra intrigantes palaciegos que intentaban enfrentarlos. Fue una decisiva contribución al establecimiento en la jefatura del Estado de la institución al servicio de todos los españoles. Luego vendrían el apoyo al partido centralista de Adolfo Suárez y la gestión del primer ministerio de las autonomías, en la que apoyó la aprobación del Estatut de Sau, en cuya redacción participó su amigo Laureano López Rodó, y la presidencia del Senado, en la que también sobresalió el espíritu liberal antidogmático que distinguió toda su vida a este leal miembro del Opus Dei. ...
Antonio Fontán sabía latín / El país
RAMÓN IRIGOYEN 16/01/2010
Muere en Madrid, el 14 de enero, festividad de san Malaquías, Antonio Fontán, primer presidente del Senado en democracia, extraordinario periodista, excelso latinista -fue catedrático de latín de tres universidades-, miembro numerario del Opus Dei y autor, entre otros, de dos libros prodigiosos: Letras y poder en Roma, publicado por EUNSA, y Príncipes y humanistas, publicado por Marcial Pons.
Deseo despedirlo con humor como corresponde a un hombre tan profundamente liberal
Cuando decimos de Antonio Fontán que fue un extraordinario periodista estamos hablando nada menos -y ateniéndonos al orden cronológico- de que fundó la primera Escuela de Periodismo de España en la Universidad de Navarra. Y no es ninguna casualidad que la primera escuela de periodismo de España, como también las primeras universidades que han impartido en nuestro país los estudios de ciencias económicas, sean instituciones vinculadas genéticamente a la Iglesia católica. A este inmenso mérito navarro de Antonio Fontán hay que añadir que fue, además, fundador y director del diario Madrid, cuya línea editorial de apertura ideológica sulfuró tanto a la dictadura franquista que terminó cerrando el periódico y luego volando su sede. Pero aquel Gobierno dictatorial, criado a los pechos del catolicismo más integrista que niega la animalidad del hombre, ignoraba que el hombre es nieto del chimpancé y, por tanto, un ser mimético. A los dos años de la voladura del diario Madrid, los chimpancés de ETA ponían en órbita el coche del vicepresidente del Gobierno, Luis Carrero Blanco, que, como la calandria de la canción, también voló, voló y voló.
Tras el cierre del diario Madrid, Antonio Fontán, que era un hombre profundamente religioso, se encomendó a Dios y se despidió de los lectores con palabras franciscanas. Ya se sabe que la mejor diplomacia del mundo es la vaticana y Antonio Fontán conocía el Vaticano tan a fondo como las mejores cuadras de las fincas más refinadas de su natal Sevilla. Gran deportista y gran jinete, Antonio Fontán montaba a caballo hasta que, un día, un mal bicho de entraña atea quiso rememorar la célebre caída del jaco del apóstol Pablo de Tarso y sacó de la silla al bueno de don Antonio. Le costó reponerse de aquella caída pero un campeón, al final, siempre termina reponiéndose. Por la capilla ardiente, instalada en el Colegio Mayor Castilla, han pasado los Reyes y una parte de la clase política, que, en este caso, es la clase política que vota al PP, porque ya se sabe que cuando va el PSOE, no va el PP, y cuando va el PP, no va el PSOE.
Vistos a vuelo de pájaro los méritos de Antonio Fontán, parece que la noticia de su fallecimiento deberían darla los periódicos en su portada. ¿No fue Fontán el primer presidente del Senado en democracia? ¿No dirigió el mítico diario Madrid? ¿No nos ha dejado unos libros maravillosos escritos con una prosa tan profunda como clara y ágil? En la mañana del viernes, festividad de san Mauro -y, siendo Fontán un hombre tan piadoso como Eneas, el héroe virgiliano, hay que apelar en su homenaje a los santos-, voy al quiosco y leo las portadas de los diarios de Madrid y Barcelona. Nadie ignora que la gloria en vida -y, aún más, la gloria póstuma- es muy difícil de lograr. Me resigno pues a no encontrar la noticia del fallecimiento de Fontán en la portada de ningún diario de información general. Pero, como soy incombustible al desaliento, pienso en que los periodistas deportivos están muy vinculados a Cicerón, Tito Livio y Agustín de Hipona -los autores favoritos de Fontán-, pues siempre que se enfrentan el Madrid y el Barça suelen decir que llega el clásico. Leo las portadas de As, Marca y Mundo Deportivo con la confianza de que encontraré allí la noticia del fallecimiento de Fontán junto a la noticia de la heroica victoria del Atlético de Madrid frente al Recreativo de Huelva. No me lo puedo creer. Los diarios deportivos ni dan la noticia en portada y me temo que tampoco en las páginas interiores que, por la decepción que me llevo, ni siquiera consulto. Los diarios de información general, al menos, dan la noticia del fallecimiento en páginas interiores.
A Antonio Fontán, a quien tuve la suerte de tener como profesor de latín en el Estudio General de Navarra, el embrión -y dicho sea con perdón- de la Universidad de Navarra, el bastión del antiabortismo mundial, deseo despedirlo con humor como corresponde a un hombre tan profundamente liberal. Es seguro que Antonio Fontán ha ido donde él quería ir, al cielo. Pero por si el diablo se lo ha llevado al infierno por haber dirigido el diario Madrid, vaya aquí este artículo del excelente Diccionario de la confusión, de Ángel María, que le puede venir bien para ganarse a Satanás. El texto de Ángel María (ammaria@eresmas.com) -y aquí María, aunque suene a chiste, es apellido- dice así: "Magdalena: f. Desayuno preferido de Jesús".
viernes, 15 de enero de 2010
Antonio Fontán: fallece un amigo, maestro de príncipes, políticos y humanistas [+ 30 links]
La noticia llega sin previo aviso, escueta, por la red: por correo, por sitios o por blogs amigos. Lo primero -y casi lo único, antes de ponerme a escribir estas líneas- ha sido recordar al amigo y al maestro.
Han pasado fugaces por la memoria no pocas reuniones informales para hablar de esto y aquello, algunas sesiones de trabajo en cosas universitarias, almuerzos de trabajo para plantear y pedir opinión sobre proyectos académicos, e incluso algunas coincidencias en difíciles tribunales para juzgar (él de presidente, yo de secretario) tesis doctorales más o menos conflictivas. Como consejero, conciliador y pacificador, Antonio no ha tenido precio en su amor y defensa de la libertad personal. También, por sus divertidas ocurrencias, su ironía sembradora de alegre y divertida inteligencia y humildad.
He caído en cuenta de que se me ha muerto un amigo y un maestro académico, antes humanista que otra cosa, antes que profesional de la comunicación, periodista, o político. Se me ha muerto, por ejemplo, quien tuvo tiempo para acompañarme en el funeral de mi madre, hace pocos años. Se me ha muerto quien me animó a no perder de vista las humanidades, una vez mezclado en asuntos de ciencias sociales.
Quizá por recuerdos de este tipo, al escribir a vuelapluma, he querido unir esa imagen afable tan suya con la portada de su último libro, que a mi modo de ver tan bien lo retrata.
Tiempo y personas habrá que buceen en sus papeles, de los que sin duda saldrán sabias tesis e importantes estudios sobre trozos esenciales de la historia española en el siglo XX, de la mano de uno de los principales protagonistas de "la transición".
Ahora queda el pedirle que se siga acordando de apoyar a los que seguimos bregando en estas lides.
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-- El último gigante (José M. Areilza)
-- Antonio Fontán, una referencia democrática (José Antonio Zarzalejos)
-- Antonio Fontán, el primer presidente del Senado de la democracia
-- Antonio Fontán (Wikipedia)
-- Antonio Fontán (Antonio Burgos, 2000)
-- Antonio Fontán, un sabio entre nosotros (Miguel Ángel Gozalo)
-- El Senado recuerda a su primer presidente con las banderas a media asta
-- Antonio Fontán, «héroe de la libertad de prensa mundial» (Israel Viana)
-- Antonio Fontán, cristiano y liberal (Ignacio Camuñas)
-- Antonio Fontán, humanista, político, comunicador (José Luis Cebrián)
-- Antonio Fontán o la lealtad (José Luis Cebrián)
-- Antonio Fontán (Soledad Becerril)
-- Evocación del marqués de Guadalcanal (Ramón Pérez Maura)
-- Don Antonio Fontán (Esperanza Aguirre)
-- Fontán, un liberal (Manuel Martín Ferrán)
-- El mundo sin Fontán (Luis Alberto de Cuenca)
-- Compromiso católico, talante equilibrado (Justino Sinova)
-- Los políticos alaban la voluntad de consenso de Antonio Fontán (Agustín Yanel)
-- En la muerte de Antonio Fontán (Luis María Ansón)
-- Antonio Fontán y los extraterrestres (Miguel Angel Aguilar)
-- Antonio Fontán, un enamorado de la libertad (Covadonga O'Shea)
-- Lágrimas por Antonio Fontán
-- Antonio Fontán (1923-2010) (Eugenio M. Olivares-Merino)
-- Antonio Fontán, maestro de periodistas (Leandro Pérez Miguel)
-- Fallece Antonio Fontán, hombre clave del consenso y la Transición
-- Las últimas palabras (Enrique Monasterio)
-- El catedrático Andrés Ollero recuerda en COPE a Antonio Fontán
-- Héroe de la libertad de prensa (Carmen del Riego)
-- Una entrevista con Antonio Fontán (César Coca)
-- Muere el «héroe de la libertad de prensa» (M. Casado)
-- Antonio Fontán o el magisterio de la libertad (Carlos Barrera)
-- Universidad de Navarra - Noticias de la sección Antonio Fontán
-- Fallece Antonio Fontán, primer director de Periodismo UNAV
-- In Memoriam, Universida de Navarra - Fallece Antonio Fontán, primer director del Instituto de Periodismo de la Universidad de Navarra y antiguo decano de la Facultad de Filosofía y Letras
-- Conversación en Madrid con Antonio Fontán [.pdf] (Santiago Casas, Instituto de Historia de la Iglesia, Universidad de Navarra, 2005, 30 pp.)
-- Zapatero expresa su pésame a la familia de Antonio FontánMesa redonda en 98.3 Radio con los profesores Alfonso Nieto, Mónica Herrero, Carlos Barrera y Carmen Castillo
Fallece Antonio Fontán, primer director del Instituto de Periodismo de la Universidad de Navarra y antiguo decano de la Facultad de Filosofía y Letras
Antonio Fontán Pérez, catedrático de Latín, periodista, político y escritor, ha fallecido en Madrid a los 86 años. Fontán Pérez, que nació en Sevilla el 15 de octubre de 1923, fue el primer director del Instituto de Periodismo de la Universidad de Navarra y antiguo decano de la Facultad de Filosofía y Letras del centro académico. En la actualidad era presidente y editor de NUEVA REVISTA de Política, Cultura y Arte, publicación que fundó en 1990, y presidente del Consejo Deontológico de la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE).
Estudió Filosofía y Letras en las Universidades de Sevilla y Complutense (entonces llamada de Madrid). Se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad de Madrid (Filología Clásica), en junio de 1944, y se doctoró en la misma Facultad y sección con Premio Extraordinario en 1948. Su tesis doctoral, "Manuscritos de Séneca en Bibliotecas españolas y la tradición de los diálogos", fue publicada en la revista Emerita (1949 y ss.). Posteriormente, obtuvo la cátedra de Filología Latina en la Universidad de Granada en 1949 y se graduó por la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid en 1953. Pertenecía al Opus Dei desde 1943.
Formó parte del Consejo Privado de Don Juan de Borbón, conde de Barcelona, y de la Comisión de Profesores de Estudios Civiles del entonces príncipe Juan Carlos, actual rey de España. Fue sucesivamente senador (1977-1979) y diputado (1979-1982) por el partido de la Unión de Centro Democrático (UCD); presidente del Senado en la legislatura constituyente (1977-1979) -hecho por el que el rey Juan Carlos le otorgó la distinción de marqués de Guadalcanal-; y ministro de Administración Territorial (1979-1980).
Currículo periodístico
Fue fundador y director de la revista de la Universidad de Navarra Nuestro Tiempo (1954-62) y del semanario La Actualidad Española (1952-1956). Dirigió Diario Madrid desde su renovación en 1967 hasta 1971, fecha en la que el gobierno lo clausuró. Asimismo, presidió la fundación que lleva el nombre de dicho periódico.
Iniciador en España del Instituto Internacional de Prensa (International Press Institute, IPI), formó parte del Consejo Internacional de dicha institución desde 1975 hasta 1978, fecha en que cesó a petición propia por haber sido elegido presidente del Senado español. Presidió la sección española de dicho Instituto desde 1975 hasta 1978 y, nuevamente, desde 1981 hasta 1983. Fue designado miembro honorario vitalicio (Honorary Life Member) del Instituto en la Asamblea de Estocolmo de 1984. El Consejo Ejecutivo le proclamó Héroe de la Libertad de Prensa (World Press Freedom Heroes) en mayo de 2000, cargo que ostenta un solo periodista por país entre los profesionales distinguidos en el ejercicio y defensa de la libertad de prensa en el mundo.
Ese mismo año recibió el IV Premio Brajnovic de la Comunicación que concede la Universidad de Navarra, recogiendo el testigo de Miguel Delibes, Violeta Chamorro y David Puttman.
Antonio Fontán recibió numerosas distinciones públicas, entre ellas la Gran Cruz del Comendador de la embajada de Polonia; el Premio Rodríguez Santamaría 2006, otorgado por la Asociación de la Prensa de Madrid; y el Premio Libertad, concedido por el club liberal 1812 de Cádiz.
Asimismo, fue miembro de los consejos editoriales de la revista Atlántida de Madrid (1962-1965) y La Table Ronde de París (1958 y ss.), y colaborador de diversas revistas españolas, francesas y alemanas. También desempeñó diversos cargos, como los de vicepresidente de la Cadena de Emisoras SER, presidente de la Agencia de Publicidad CID, presidente de Distribuidora de Publicidad y miembro de algunos consejos de administración. Como periodista, publicó más de un millar de artículos sobre cuestiones de actualidad política, social y cultural en los principales diarios y revistas españoles.
Trayectoria académica
En cuanto a su faceta académica, fue el primer director del Instituto de Periodismo de la Universidad de Navarra (1958-1962), la actual Facultad de Comunicación. También fue decano de la Facultad de Filosofía y Letras de este campus en una etapa clave para el desarrollo docente e investigador del centro. Fue catedrático emérito en la Universidad Complutense y profesor honorario en la Universidad de Navarra.
Por otro lado, ejerció como miembro del patronato de la Fundación General de la Universidad Autónoma de Madrid y del Consejo del Rector de la Universidad Complutense, y como presidente del Real Patronato de la Biblioteca Nacional desde 1997 hasta marzo de 2004. En su trayectoria investigadora hay más de 70 publicaciones de su especialidad, centrada en la cultura e ideas del mundo clásico, crítica textual, humanismo y el filósofo Séneca.
Libros y principales publicaciones
Algunos de sus libros y principales publicaciones son Los tópicos y la opinión; «Artes ad humanitatem». Ideales del hombre y de la cultura en tiempos de Cicerón; Humanismo romano (clásicos, medievales, modernos); Apuntes sobre el Estado en la sociedad democrática; España, esa esperanza; Álbum de la Familia Real; Una política para los liberales; Los liberales creadores del Estado moderno; Las claves de la transición (1975-1985); Plinio, Historia Natural I- III; Letras y Poder en Roma; Titus Livi. Història de Roma; y Príncipes y humanistas. Nebrija, Erasmo, Maquiavelo, Moro, Vives.
Fontán, un liberal / Abc
Compromiso católico, talante equilibrado / El Mundo
- 15.01.2010
Antonio Fontán era catedrático de Filología Clásica y podía hablar y escribir en latín; siendo catedrático de Filología Clásica, ejerció el periodismo y fue el único español reconocido como uno de los 50 héroes de la libertad de Prensa en el siglo XX por el IPI (International Press Institute); siendo periodista, desempeñó importantes cargos políticos como la presidencia del Senado y ejerció de asesor de las más altas instancias nacionales.
Cualquiera en su lugar se habría visto apremiado por incompatibilidades e impedimentos de ejercicio. Pero Antonio Fontán actuaba en su polifacética dedicación con una señalada prudencia, fruto de un talante equilibrado, inteligente, discreto, juicioso, que le reconocieron todos los que tuvieron la oportunidad de tratarle. Además de todo ello, fue un católico comprometido -era miembro numerario del Opus Dei- que en todas sus variadas actividades no olvidó el ideario que le animaba.
Falleció a primera hora de la mañana de ayer en el hospital en el que había ingresado días atrás aquejado por una afección cardiaca, que no era la primera vez que le asaltaba. La noticia provocó reacciones coincidentes en el afecto, el elogio y el recuerdo emocionado de gentes de la universidad, del periodismo y de la política. Fontán era muy querido. Echando mano de uno de los tópicos del periodismo, se puede decir que su persona tenía muy buena prensa. Y deja muchos amigos agradecidos.
Nació en Sevilla en octubre de 1923 -había cumplido, pues, 86 años-, estudió Filología Clásica en las universidades de Sevilla y Madrid y se doctoró en 1948 con una tesis titulada Interpretación de los Diálogos de Séneca. Poco tiempo después empezó a ejercer como catedrático en la Universidad de Granada, luego pasó por la Universidad de Navarra y en 1976 se ocupó de su cátedra en la Autónoma de Madrid.
En medio de su carrera universitaria inició su dedicación al periodismo, que fue intensa y muy variada. Empezó con la obtención del título de periodista en la Escuela Oficial de Madrid en 1953 y con la fundación casi simultánea de la revista semanal Actualidad Española -un notable ejemplo del periodismo gráfico de aquellos años en la línea de grandes semanarios como Life y Paris Match-, que dirigió hasta 1956.
Desde ese año se afincó en Pamplona, donde participó en la fundación del Instituto de Periodismo dentro de la naciente Universidad de Navarra, que fue el primer centro universitario de enseñanza del periodismo y que dirigió hasta 1962. Capitaneó también Nuestro Tiempo, una revista mensual de pensamiento y actualidad de la Universidad de Navarra que aún sigue editándose.
De vuelta en Madrid le esperaba una aventura periodística que marcaría de modo muy notable su carrera. Fue nombrado en abril de 1967 director del diario Madrid, un periódico vespertino con arraigo en la ciudad al que dinamizó hasta convertirlo en un órgano de expresión plural que canalizaba las aspiraciones de desarrollo político y social que manifestaba la sociedad española en los años finales del franquismo.
Algo más de cinco años después, el 25 de noviembre de 1971, Madrid publicaba su último número tras ser clausurado por el Gobierno, que argumentó una irregularidad en la titularidad de las acciones de la editora, lo que era un pretexto para desembarazarse de un periódico incómodo.
En el último número, Fontán tuvo la oportunidad de despedirse, aprovechando un error inexplicable de los autores del cierre, y en su artículo, titulado simplemente Adiós, dejó la impronta de su estilo personal comedido y hasta generoso en esa ocasión con los autores de la represalia, que acababan con un medio plural que admitía en sus páginas opiniones contrapuestas e información relevante que otros se resistían a publicar.
En esos años, Fontán había entrado en el Consejo Privado de Don Juan de Borbón, cuyo derecho a recuperar el trono defendía, y formó parte del grupo de profesores que se ocuparon de la formación de su hijo, el Príncipe Juan Carlos. Se mostró siempre partidario de la reinstauración de la Monarquía y esa fue una de las opciones que defendió en su actividad política, guiada por ideas liberales y conectada con grupos políticos animados por Joaquín Garrigues Walker, con quien colaboró para fundar la Federación de Partidos Demócratas y Liberales y anteriormente el Partido Demócrata, que se integraron en 1977 en la UCD, Unión de Centro Democrático.
Presentó su candidatura por Sevilla al Senado en las primeras elecciones libres (1977) dentro de UCD, la coalición que lideró la transición, y fue elegido presidente del Senado, institución que entonces empezaba a andar y que tuvo que trabajar junto con el Congreso en la elaboración de la Constitución de la democracia.
Aprobada la Constitución y tras las siguientes elecciones (1979) fue nombrado por Adolfo Suárez ministro de Administración Territorial, con el encargo de empezar a construir la España de las autonomías. Permaneció una legislatura más, hasta 1982, en la política activa como diputado por Madrid, tras lo cual abandonó la actividad política de primera fila.
A partir de entonces, desplegó una amplia y discreta actividad como asesor, de la que se beneficiaron tanto instituciones del Estado -sus relaciones con la Casa del Rey eran muy fluidas- como entidades políticas. En el mundillo político era conocida su influencia sobre un selecto grupo de colaboradores de José María Aznar. Pertenecía al patronato de FAES, Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales, presidida por el propio Aznar.
Como periodista y como pensador fundó a comienzos de los años 90 la Nueva Revista, que se ha mantenido como vehículo de pensamiento hasta estos días a pesar de las dificultades de supervivencia que una publicación de esas características encuentra. Pero al grupo numeroso de colaboradores de la revista le animaba el espíritu emprendedor, conciliador y liberal de Fontán, que era un hombre que buscaba hacer el bien allí por donde iba.
La relación de condecoraciones y reconocimientos que recibió es muy extensa. He aquí unos ejemplos: condecoración al Mérito Constitucional, medalla de Oro del Senado y Gran Cruz de Alfonso X el Sabio. En 2008, le concedieron la Medalla de oro de la Villa de Guadalcanal, junto con el título de marqués de dicha localidad, otorgado por el Rey.
Fontán fue escritor asiduo de artículos y análisis de actualidad en un lenguaje elegante y fácil a la vez, de ensayos, algunos de ellos influyentes, como Los católicos en la Universidad española, publicado en 1961, de contenido más amplio que lo que apunta su título, y de unos estudios singulares que desde hacía unos años enviaba a sus amigos por Navidad a modo de felicitación navideña.
Eran opúsculos de varias decenas de páginas dedicados a cuestiones de historia, de filología y de actualidad -lo que cada año le interesaba más o le llamaba la atención- cuidadosamente encuadernados, una especial felicitación navideña, la última de ellas dedicada a la Monarquía, que ya no volverá a enviar y que tantos echarán de menos.
Antonio Fontán Pérez, periodista y primer presidente del Senado en democracia, nació en Sevilla el 15 de octubre de 1923 y murió en Madrid el 14 de enero de 2010.
Más información en página 12
Su pasión por la información fue intensa y variada: creó revistas, dirigió diarios, fundó facultades de periodismo...
Contribuyó a la educación del entonces Príncipe Juan Carlos y presidió el primer Senado de la Democracia
Antonio Fontán, un sabio entre nosotros / ECD
Su admirado Marco Tulio Cicerón, a cuyo estudio y traducción había dedicado muchas horas de su intensa vida, dejó escrito que no basta con adquirir sabiduría, sino que es preciso también usarla. Antonio Fontán Pérez, que acaba de morir a los 87 años, al amanecer de un invernal día en Madrid, fue un sabio de nuestro tiempo que se entregó a los demás y que dio a su vida un contenido y una proyección excepcionales. Hijo de militar, Fontán nació en el seno de una familia tradicional de Sevilla, estudió con los jesuitas, cursó la carrera de Filosofía y Letras en Sevilla y Madrid y se hizo muy pronto con una cátedra de Filología Latina en la Universidad de Granada. Pero, al tiempo que emprendía una impecable trayectoria académica, que siguió por las Universidades de Navarra, Autónoma de Madrid y Complutense, Fontán se enfrentó con todo vigor a sus dos otras vocaciones, la política y el periodismo. Creó el Instituto de Periodismo de la Universidad de Navarra, que derivaría en Facultad, dirigió publicaciones, aconsejó al Conde Barcelona, intervino en la formación del Rey, pastoreó a los liberales y completó su doble militancia dirigiendo el Diario Madrid en los años cruciales previos a la Transición.
Los que le tratamos en aquella época nunca olvidaremos su temple en las horas difíciles, su intuición política y periodística y su permanente magisterio. Fontán fue siempre un escritor brillante y preciso, que, en aquel perseguido Diario Madrid, tan incómodo para el tardotranquismo, que terminó condecorándolo con un cierre ignominioso, pilotó con mano maestra la línea editorial del periódico y consolidó la pujanza de una cabecera histórica. Acababa de entrar en vigor la Ley de Prensa de Fraga, y el Madrid dirigido por Antonio Fontán y presidido por Calvo Serer, jugó sin miedo la carta de la nueva libertad, aunque fuese vigilada. Algunos años más tarde, el Instituto Internacional de Prensa, con sede en Zurich, le distinguió con el título de uno de los 50 Héroes de la Libertad de Prensa en todo el mundo.
La biografía de Antonio Fontán siguió creciendo en los dos campos tras aquel silencio impuesto. Hace 20 años fundó “Nueva Revista” y, con la Transición, Fontán fue primer presidente del Senado y ministro de Administración Territorial de Adolfo Suárez. Para subrayar lo destacado de este largo esfuerzo vital, el Rey don Juan Carlos le distinguió con el título de Marqués de Guadalcanal.
Decía León Felipe, prologando a Walt Whitman, que los poetas no tienen biografía, tienen destino. Es algo común a los grandes hombres. La rica y ejemplar biografía de Antonio Fontán no cabe en un folio, pero sí la síntesis de lo que supuso su sabia presencia entre nosotros. A los que le debemos tantas cosas, sólo nos queda pensar, con Cicerón, que la vida de los muertos es la memoria de los vivos.
Antonio Fontán, una referencia democrática / El confidencial
José Antonio Zarzalejos - 14/01/2010
La muerte del marqués de Guadalcanal, título que el Rey otorgó en 2008 al hoy fallecido Antonio Fontán, ha coincidido con su último servicio a la Monarquía parlamentaria. Porque el que fuera presidente del Senado y un avanzado de la transición democrática desde profundas convicciones liberales y cristianas, felicitó a sus amigos –entre los que modestamente me cuento—con la reedición de un texto titulado “La Familia Real. La Operación histórica del Rey Juan Carlos”.
Nos decía Fontán que “agotada la obra he preparado un resumen actualizado de lo que escribí entonces, para ofrecérselo a mis amigos como mi estrena de felicitación de estos días de Navidad del señor con los mejores deseos para ellos en el Año Nuevo, que será también el XXXV del reinado de Don Juan Carlos I”. Desde 1983 Antonio Fontán felicitaba la Navidad con un texto político o cultural, siempre de gran altura literaria y de contenido.
La fidelidad de Fontán a la institución de la Corona fue pareja a otras: al liberalismo bien entendido; al afecto a las libertades de expresión e información por las que luchó tanto en el recordado y extinto diario Madrid, que con tanto ímpetu dirigió; al esfuerzo por introducir en la sociedad española criterios culturales sólidos –ahí está la ejemplar “Nueva Revista de Política, Cultura y Arte” que él impulsó-. De sólidas convicciones religiosas, Antonio Fontán dispuso siempre de una enorme capacidad de interlocución porque fue, por encima de todo, un moderado de firmes principios que le proporcionaban una gran solvencia en el debate y la discusión tanto política como cultural.
Esa moderación convencida le otorgó una autoritas en los medios de comunicación muy notable y apreciada. Sus artículos –tuve la suerte de contarle entre los autores de las Terceras de ABC durante los más de siete años en los que dirigí el periódico—estaban siempre escrupulosamente documentados y medidamente escritos, incorporando siempre con oportunidad y buen criterio claves de interpretación de la realidad española.
La transición española pierde una de sus referencias
En unos de sus últimos actos públicos –la concesión a Guillermo Luca de Tena del Premio Calvo Serer en la edición correspondiente a 2006— el presidente de honor de ABC le dedicó estas palabras que resumen mejor que cualesquiera otras las características públicas de Antonio Fontán. Dijo Luca de Tena que “me atrevo a afirmar que la contribución de Rafael Calvo Serer y Antonio Fontán a la consolidación de nuestra libertades y de la democracia ha sido importantísima. Desde posiciones no siempre iguales, ambos dedicaron gran parte de su vida en busca de la reconciliación de los españoles tras la tragedia de la Guerra Civil y los cuarenta años del régimen del general Franco”.
Lágrimas por Antonio Fontán / La semana.es
El León de las Cortes.- Las Cortes Generales estamos de luto. Ha muerto uno de nuestros padres, un político al servicio de los ciudadanos, un defensor de las libertades y un precursor de la democracia en España. Antonio Fontán nos ha dejado. En el Senado le recuerdan con la bandera a media asta porque fue el primer presidente de la Cámara Alta en la democracia. En el Congreso le homenajeamos con lágrimas en los ojos porque también pasó mucho tiempo por aquí, incluido sus tiempos como ministro de Administración Territorial en el primer gobierno de Adolfo Suárez.
Antonio Fontán fue mucho más que un político. Ante todo era un hombre con cabeza: con el Estado en la cabeza y con cabeza de Estado, que no es lo mismo aunque lo parezca. Tenía una amplísima formación académica y universitaria. Licenciado en Filología Clásica de vocación y de los primeros en cursar la carrera de Periodismo. Dirigió el Diario Madrid en un férrea labor de oposición mediática a la dictadura de Francisco Franco y fundó la prestigiosa publicación Nueva Revista.
Los medios de comunicación le echarán mucho de menos porque en él siempre tuvieron a un colega, un maestro, un defensor y un rector que ensalzaba la ética y la deontología en el ejercicio de la profesión. En el Parlamento hace mucho tiempo que le echábamos de menos porque ya no quedan diputados y senadores como él, con su alto nivel de formación y con el sentido común necesario para prestar servicio al país desde las más altas instituciones. Aunque uno sea de bronce fundido, no puede evitar que se le escapen las lágrimas.
Fallece Antonio Fontán, periodista, presidente del Senado y directivo de FAPE / infoperiodistas.com
15.01.2010
Fontán, presidente de la Comisión de Quejas y Deontología de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España, fue el primer presidente democrático del Senado y uno de los inspiradores de la Constitución Española de 1978, que reconocía las libertades de expresión e información como derechos fundamentales.
La Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) ha manifestado su más profundo pesar por el fallecimiento del presidente de su Comisión de Quejas y Deontología, Antonio Fontán, a la edad de 86 años.
Catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid, periodista y político, Antonio Fontán estuvo al frente del órgano de autocontrol deontológico de la FAPE desde su creación en 2004. Desde entonces, dirigió a un equipo de nueve personas –figuras notables del periodismo, las leyes y la Universidad- que actúa como autoridad moral garantizando el cumplimiento del Código Deontológico de la Federación.
Antonio Fontán ha sido fundador y director de numerosas publicaciones (La Actualidad Española, Nuestro Tiempo o el diario Madrid, entre otros), director del Instituto de Periodismo de la Universidad de Navarra y miembro honorario vitalicio de del International Press Institute (IPI).
El recorrido político de Antonio Fontán, tan prolífico como su trayectoria periodística, abarca una amplia cartera de cargos y funciones. Formó parte del Consejo Privado del Conde de Barcelona y de la Comisión de Profesores del Príncipe Juan Carlos. Fue nombrado, sucesivamente, senador (1977-79) y diputado (1979-1982) por la Unión del Centro Democrático (UCD), además de ministro de Administración Territorial durante el Gobierno de Adolfo Suárez. Presidió el primer Senado de la democracia y figura como uno de los inspiradores de la Constitución Española de 1978, que reconocía las libertades de expresión e información como derechos fundamentales.
Muere Antonio Fontán, el primer Presidente del Senado en democracia / cope.es
uno de los autores de la Constitución Española de 1978
El periodista y político español Antonio Fontán, quién fuera elegido como el primer presidente del Senado de la democracia española, ha muerto hoy en Madrid a los 87 años de edad tras una larga enfermedad. Ha sido reconociodo como uno de los mayores impulsores de la libertad de expresión en España. Se trata asimismo de uno de los autores de la Constitución Española de 1978. Su capilla ardiente será instalada en el Colegio Mayor Castilla, de Madrid.
Redacción Cultura - 14-01-10
Antonio Fontán Pérez, nacido en Sevilla 1923 fue nombrado Catedrático Emérito de la Universidad Complutense de Madrid. Fue el primer presidente del Senado de la España democrática. , durante la dictadura de Franco fue el editor del principal diario opositor, "Madrid", hasta que éste fue clausurado por las fuerzas franquistas.
Fue uno de los autores de la Constitución Española de 1978, que reconocía la libertad de expresión y libertad de información como derechos fundamentales. Senador y Presidente del Senado (1977-1979) y Diputado (1979-1982). Además fue Ministro de Administración Territorial entre 1979 y 1982. Uno de los últimos proyectos de Fontán fue el de presidir la Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, revista bimestral de actualidad, creada en 1990 y que cuenta con más de 125 números.
Fontán estudió la carrera de Filosofía y Letras en Sevilla y Madrid, licenciándose en Filología Clásica en Madrid en 1944. Obtuvo el título de doctor en 1948, en Madrid. También estudió periodismo en la Escuela Oficial de Madrid, carrera que terminó en 1954. Fundó la revista semanal "La Actualidad Española", de la que fue director entre 1952 y 1956, y más tarde fue director de la revista mensual "Nuestro Tiempo", antes de ser el editor de "Madrid", publicación nocturna que sería clausurada a la postre por el régimen franquista. Fue presidente y editor de “NUEVA REVISTA de Política, Cultura y Arte” desde que se inició en 1990.
Fue miembro del Consejo Privado del Conde de Barcelona hasta su disolución en 1969, y formó parte de la Comisión de Profesores que dirigió los estudios del Príncipe D. Juan Carlos de Borbón. Antonio Fontán fue la persona que entregó al ya Rey Juan Carlos la carta de su padre, Don Juan de Borbón, en la que éste reconocía el reinado de su hijo y le entregaba la más absoluta legitimidad dinástica.
En julio de 2008 (BOE -168- 12 de julio de 2008) fue nombrado Marqués de Guadalcanal por el Rey Juan Carlos I en reconocimiento a su labor en favor de la libertad y de la convivencia cívica entre españoles. El Instituto de Prensa Internacional IPI (en inglés The International Press Institute), lo ha reconocido como uno de los "Héroes de la Libertad de Prensa".
Es Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid, Miembro de la Sociedad Española de Lingüística y de Literatura Comparada y Presidente de la La Comisión de Quejas y Deontología de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), una organización constituida como "órgano de autocontrol interno de la deontología profesional periodística" que surgió de manera paralela a la aprobación del Código el 27 de noviembre de 1993 y que está formada por 16 miembros.
Tiene más de 70 publicaciones de tipo técnico en su especialidad, como: Humanismo Romano, Artes Humanísticas, Códices medievales de Séneca y otros muchos trabajos de lingüística, historia del Humanismo y Filología Latina. Es autor de diversos ensayos: "madrid página tres", "Apuntes sobre el estado y la sociedad democrática", "Los católicos en la Universidad Española", etc.
Los Reyes visitaron la capilla ardiente para dar el último adiós a Fontán
Por Agencia EFE –
Madrid, 14 ene (EFE).- Los Reyes han visitado hoy la capilla ardiente del que fuera profesor de Don Juan Carlos y primer presidente del Senado en la democracia, Antonio Fontán, para expresar a su familia su apoyo y sus condolencias.
Don Juan Carlos y Doña Sofía han llegado a las 14:30 horas a la capilla ardiente, instalada en el Colegio Mayor Castilla, y han permanecido unos minutos en su interior confortando a Eugenio Fontán, hermano del político desaparecido, así como a sus sobrinos.
Fontán, fallecido hoy a los 86 años en Madrid, será enterrado mañana a primera hora de la tarde en el madrileño Cementerio de la Almudena.
Eugenio Fontán ha explicado posteriormente a Efe que el Rey les ha dicho que su hermano fue "un español ejemplar" y han recordado el trato "muy cercano" y "afectuoso" que tuvo con Don Juan de Borbón.
Según Fontán, el Rey expresó a los familiares la lealtad y el afecto que sentía por el político fallecido y cómo valoraba el "gran apoyo" que éste prestó a la Monarquía.
Numerosos políticos y periodistas han visitado también la capilla ardiente para despedir al que también fuera último director del diario "Madrid" y vicepresidente de la Cadena SER, entre ellos, tres ex presidentes del Senado: Esperanza Aguirre, Juan José Lucas y Juan José Laborda.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, ha calificado su muerte como "una enorme pérdida" y ha recalcado que Fontán "prestó grandes servicios a España en la Transición".
Aguirre ha explicado que, como presidente del Partido Liberal en el que ella militó, conocía mucho a Fontán, un hombre de "cultura extraordinaria" y un "monárquico convencido".
El también ex presidente del Senado Juan José Laborda ha recordado que fue alumno de Fontán, con el que mantenía una "estrecha relación", y ha recalcado que fue "un referente en el proceso democrático".
Laborda ha recordado que UCD le eligió como presidente del Senado por su "larga trayectoria en defensa de la libertad de expresión" y que representó al sector de la sociedad española que "rompió" con el régimen franquista "para buscar un futuro a partir de la democracia".
"Fue una de las personas que más formuló la teoría del consenso que tanta falta hace hoy en día", ha concluido Laborda.
El ex presidente del Tribunal Constitucional y ex ministro de Trabajo con UCD, Manuel Jiménez de Parga; los diputados del PP Gabriel Elorriaga y Carlos Aragonés, y periodistas como el ex presidente de la Agencia Efe Miguel Ángel Gozalo, han acudido también a la capilla ardiente.
Eduardo Zaplana, ex presidente valenciano y portavoz del PP en el Congreso en la pasada legislatura, ha dicho que coincidió con Fontán en la Federación de Partidos Demócratas y Liberales y en la UCD, y que fue para él "una referencia".
Zaplana ha añadido que su amistad con Fontán fue "más allá de una relación política". "Nos ha cuidado mucho, nos ha protegido y ha sido nuestro amigo", ha manifestado antes de subrayar que le merece "un gran respeto".
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