Entregó al rey Juan Carlos la carta de renuncia de don Juan, fue el primer presidente del Senado y eligió el pueblo sevillano de Guadalcanal para rotular su marquesado
Francisco Correal | Actualizado 15.01.2010 - 07:44El 28 de febrero, Antonio Fontán dio una conferencia magistral en Guadalcanal, el pueblo más septentrional de la provincia de Sevilla, para conmemorar los 30 años de ayuntamientos democráticos. Tenía 85 años. Y una vida entera dedicada al servicio público. Desde que con 22 inició su carrera docente como profesor. En Granada obtuvo la cátedra de Filología Latina. Ha muerto el primer presidente del Senado, donde ayer ondeaban a media asta las banderas de las 17 comunidades autónomas, la de España y la de Europa.
Voluntad de consenso. Fuerte carácter institucional. Son algunas de las virtudes que adornan la trayectoria política de Antonio Fontán. Nació en Sevilla en 1923 y fue senador por esta provincia. Presidió la Cámara Alta en la fase constituyente y jugó un papel decisivo como inspirador del espíritu de la Constitución. Fue ministro de uno de los Gobiernos de Adolfo Suárez.
Recibió la medalla al Mérito Constitucional, la Gran Cruz del Comendador del Gobierno polaco, la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio. En julio de 2008 recibió dos galardones que le tocaron su fibra más sensible, la patria chica. El día 13, el rey Juan Carlos lo nombró marqués de Guadalcanal. El topónimo del marquesado lo eligió para ponderar la vinculación de su familia con dicho pueblo desde hace más de 300 años. Una distinción nobiliaria cuya relevancia, en palabras de Eduardo Cordobés, delegado de Patrimonio de dicho municipio, sólo es comparable al descubrimiento en 1523 por parte del explorador local Ortega Valencia de la más grande de las islas Salomón, bautizada con del nombre de Guadalcanal y que dio nombre a una de las más sonadas batallas de la Segunda Guerra Mundial.
Fontán recibió el 25 de julio de 2008 en la iglesia mudéjar de Santa Ana la medalla de oro de ese municipio, ceremonia en la que coincidió con el pintor Manuel Salinas, con quien le unía la fidelidad que le profesaron a los ideales del conde de Barcelona, asiduos en su exilio de Villa Giralda, Estoril. "Su aportación fue decisiva", dice Salinas, "en el tema de la pena de muerte".
Nació en Sevilla por la vinculación familiar con Radio Sevilla y la Sociedad Española de Radiodifusión (cadena SER). Tuvo un protagonismo decisivo en la regulación de la libertad de prensa en la Constitución. Le avalaba un imponente palmarés vinculado con la comunicación: en Navarra creó el primer instituto universitario de Periodismo. Presidía el comité de Quejas y Deontología de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España. Fue el último director del diario Madrid hasta su cierre gubernativo en 1971. El Instituto Internacional de Prensa lo incluyó en la nómina de los 50 héroes de la libertad de prensa.
Justificó la elección de Guadalcanal para su marquesado con una cita de las Epístolas Morales de Séneca: "Nadie ama a su patria porque sea grande, sino porque es la suya". Y predicó con el ejemplo. Le compró al cardenal Bueno Monreal la ermita de San Benito para evitar su desamortización, justo frente a la finca familiar Villa Susana que en la actualidad gestiona su sobrino Antonio Fontán, concejal de la UCD en el Ayuntamiento de Sevilla que surgió de las elecciones municipales del 79.
Se comprometió con el Ayuntamiento a gestionar con el nuevo embajador de Estados Unidos en España el hermanamiento del municipio de la Sierra Norte con la isla del océano Pacífico. "El embajador acaba de llegar. No me extrañaría que Fontán haya dejado algo escrito", dice el edil Eduardo Cordobés.
Presidió un Senado del que formaban parte Camilo José Cela, Manuel Prado Colón de Carvajal o Mosén Xirinacs. Nunca ocultó su vinculación con el Opus Dei. Ni su lealtad a la figura de don Juan de Borbón, que continuó comprometiéndose en el aprendizaje de su hijo para la jefatura del Estado. Guadalcanal declaró dos días de luto. A sus vecinos les hablaba de sus encuentros con Kennedy, sus confidencias con Alfonso Guerra o de la llamada de su madre para pedirle que evitara el proyecto de ubicar un burdel en la ermita de San Benito, patrón de Europa. Les donó su biblioteca, más de 3.000 libros.
Voluntad de consenso. Fuerte carácter institucional. Son algunas de las virtudes que adornan la trayectoria política de Antonio Fontán. Nació en Sevilla en 1923 y fue senador por esta provincia. Presidió la Cámara Alta en la fase constituyente y jugó un papel decisivo como inspirador del espíritu de la Constitución. Fue ministro de uno de los Gobiernos de Adolfo Suárez.
Recibió la medalla al Mérito Constitucional, la Gran Cruz del Comendador del Gobierno polaco, la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio. En julio de 2008 recibió dos galardones que le tocaron su fibra más sensible, la patria chica. El día 13, el rey Juan Carlos lo nombró marqués de Guadalcanal. El topónimo del marquesado lo eligió para ponderar la vinculación de su familia con dicho pueblo desde hace más de 300 años. Una distinción nobiliaria cuya relevancia, en palabras de Eduardo Cordobés, delegado de Patrimonio de dicho municipio, sólo es comparable al descubrimiento en 1523 por parte del explorador local Ortega Valencia de la más grande de las islas Salomón, bautizada con del nombre de Guadalcanal y que dio nombre a una de las más sonadas batallas de la Segunda Guerra Mundial.
Fontán recibió el 25 de julio de 2008 en la iglesia mudéjar de Santa Ana la medalla de oro de ese municipio, ceremonia en la que coincidió con el pintor Manuel Salinas, con quien le unía la fidelidad que le profesaron a los ideales del conde de Barcelona, asiduos en su exilio de Villa Giralda, Estoril. "Su aportación fue decisiva", dice Salinas, "en el tema de la pena de muerte".
Nació en Sevilla por la vinculación familiar con Radio Sevilla y la Sociedad Española de Radiodifusión (cadena SER). Tuvo un protagonismo decisivo en la regulación de la libertad de prensa en la Constitución. Le avalaba un imponente palmarés vinculado con la comunicación: en Navarra creó el primer instituto universitario de Periodismo. Presidía el comité de Quejas y Deontología de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España. Fue el último director del diario Madrid hasta su cierre gubernativo en 1971. El Instituto Internacional de Prensa lo incluyó en la nómina de los 50 héroes de la libertad de prensa.
Justificó la elección de Guadalcanal para su marquesado con una cita de las Epístolas Morales de Séneca: "Nadie ama a su patria porque sea grande, sino porque es la suya". Y predicó con el ejemplo. Le compró al cardenal Bueno Monreal la ermita de San Benito para evitar su desamortización, justo frente a la finca familiar Villa Susana que en la actualidad gestiona su sobrino Antonio Fontán, concejal de la UCD en el Ayuntamiento de Sevilla que surgió de las elecciones municipales del 79.
Se comprometió con el Ayuntamiento a gestionar con el nuevo embajador de Estados Unidos en España el hermanamiento del municipio de la Sierra Norte con la isla del océano Pacífico. "El embajador acaba de llegar. No me extrañaría que Fontán haya dejado algo escrito", dice el edil Eduardo Cordobés.
Presidió un Senado del que formaban parte Camilo José Cela, Manuel Prado Colón de Carvajal o Mosén Xirinacs. Nunca ocultó su vinculación con el Opus Dei. Ni su lealtad a la figura de don Juan de Borbón, que continuó comprometiéndose en el aprendizaje de su hijo para la jefatura del Estado. Guadalcanal declaró dos días de luto. A sus vecinos les hablaba de sus encuentros con Kennedy, sus confidencias con Alfonso Guerra o de la llamada de su madre para pedirle que evitara el proyecto de ubicar un burdel en la ermita de San Benito, patrón de Europa. Les donó su biblioteca, más de 3.000 libros.
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