Non scholae, sed vitae discimus




Gracias. Usted ha sido un maestro y un amigo. Nos ha enseñado ciencia, buen hacer, respeto a las personas, amor a la libertad. Pero sobre todo, se nos ha dado usted mismo, su inteligencia, su afecto.
A don Antonio, que
"aunque la vida perdió
dejónos harto consuelo
su memoria"

             

viernes, 15 de enero de 2010

Gran persona, gran español / Diario de Sevilla

Pilar Cernuda | Actualizado 15.01.2010 - 01:00


POCOS hombres como Antonio Fontán merecen las frases de de elogio y reconocimiento que se escuchan desde que trascendió la noticia de su muerte la pasada madrugada. Pocos españoles han hecho tanto por su país y por sus instituciones, pocos hombres han demostrado con más fuerza su lealtad a la Corona, a don Juan y a su hijo don Juan Carlos -no es casual que don Juan entregara a Fontán la carta en la que trasladaba al rey Juan Carlos su disposición a renunciar a sus derechos dinásticos y reconocía los de su hijo, paso crucial para la institución monárquica-; pocos periodistas han defendido con más ahínco la libertad de expresión aun a riesgo de que las autoridades franquistas le cerraran el periódico, como efectivamente sucedió con el Madrid que dirigía Antonio Fontán, un elemento clave de libertad en los años últimos de la dictadura. Pocos hombres más cultos que Fontán, con menos afán de protagonismo que Fontán aunque tenía motivos sobrados para presumir de biografía; pocos políticos más liberales que Fontán a pesar de su pertenencia al Opus Dei, pocos más señores que Antonio Fontán.

España pierde a una de las personas importantes de la Transición, una más de ese periodo en el que el pueblo y los políticos de este país tanto hicieron para construir el sueño de sentirse orgullosos de ser español. Fontán, que pertenecía a la UCD a través del Partido Liberal de Joaquín Garrigues en tiempos en los que existían varios partidos liberales, varios socialistas, democristianos y socialdemócratas, trabajó como el que más para construir una España nueva, diferente, plenamente democrática, con el empeño personal de que esa España tuviera a la Monarquía y a don Juan Carlos como referente. Fontán perteneció al Consejo Privado de don Juan, pero mientras otros miembros de ese Consejo nunca ocultaron su incomodidad e incluso distanciamiento hacia don Juan Carlos, al menos mientras no se produjo la renuncia de don Juan, Antonio Fontán fue consciente desde los tiempos de Franco de que el Generalísimo jamás aceptaría la persona de don Juan a la hora de diseñar la sucesión, así que se dedicó en cuerpo y alma en trabajar a favor de don Juan Carlos para que al menos se respetaran los derechos del hijo del que tendría que haber sido Rey; y, una vez aprobada la Ley de Sucesión en el 69, se puso de forma incondicional al servicio de don Juan Carlos y ayudó en la medida de sus posibilidades a limar las asperezas que se produjeron entre padre e hijo, que las hubo. La mayoría de ellas provocadas precisamente por las maniobras antijuancarlistas de algunos de los miembros del Consejo Privado.

Fue el primer presidente del Senado de la Democracia, ministro de Administración Territorial, ha sido impulsor y fundador de publicaciones y revistas del máximo nivel y el Rey además decidió honrarle con un título aristocrático hace algo más de un año, una forma de agradecer los servicios prestados a su persona pero sobre todo a España. Lo merecía. Fue un gran español, un gran hombre, una excelente persona.

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