Non scholae, sed vitae discimus




Gracias. Usted ha sido un maestro y un amigo. Nos ha enseñado ciencia, buen hacer, respeto a las personas, amor a la libertad. Pero sobre todo, se nos ha dado usted mismo, su inteligencia, su afecto.
A don Antonio, que
"aunque la vida perdió
dejónos harto consuelo
su memoria"

             

viernes, 15 de enero de 2010

El último gigante


«Me emociona el recuerdo de su patriotismo y su lealtad a la Corona»

Actualizado Jueves , 14-01-10 a las 18 : 44
El año que terminé mi carrera de Derecho me llamó don Antonio Fontán para invitarme a formar parte del Consejo de Redacción de «Nueva Revista». Desde entonces, y han pasado más de veinte años, aprendí de don Antonio sin parar. Me emociona el recuerdo de su patriotismo y su lealtad a la Corona. Entre muchas cosas dignas de admiración en él –honradez, cultura, discreción, bondad-, me quedo con su profundo respeto a la libertad de cada persona. La desaparición de este gigante del periodismo, la política y la universidad deja al liberalismo ilustrado sin una de sus grandes figuras, en un momento en el que se echa en falta el debate de ideas en España y son más necesarias que nunca las aportaciones llenas de sabiduría y respeto como las que hizo a lo largo de su dilatada vida política.
Don Antonio fue un hombre de Estado y un monárquico sincero y valiente. Durante la dictadura sirvió de puente entre el Conde de Barcelona y Don Juan Carlos en los momentos más difíciles, tras la designación por Franco de sucesor. Tras presidir el Senado en las Cortes Constituyentes y formar parte del gobierno de Adolfo Suarez durante la transición, dedicó su tiempo y su fortuna a ser maestro de los que mejor han representado la sensibilidad liberal en el PP.

Con generosidad, gracia, imaginación, arrojo y un sereno coraje civil, lanzó al ruedo político a sus discípulos y generó debates imprescindibles para el futuro de España y de Europa a través de «Nueva Revista». En esta tarea se apoyó en otro de los grandes del periodismo que se nos ha ido, Juan Pablo Villanueva. El año pasado el Rey reconoció la trayectoria de servicio público colosal de Don Antonio con la concesión del título de Marqués de Guadalcanal, un hecho que le llenó de ilusión y que de algún modo le devolvió a sus orígenes sevillanos.

Cuando entregó su alma a Dios, en el que creía a diario y sin alardes, seguía siendo más joven que cualquiera de los que tuvimos el honor de ser sus amigos.

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