Non scholae, sed vitae discimus




Gracias. Usted ha sido un maestro y un amigo. Nos ha enseñado ciencia, buen hacer, respeto a las personas, amor a la libertad. Pero sobre todo, se nos ha dado usted mismo, su inteligencia, su afecto.
A don Antonio, que
"aunque la vida perdió
dejónos harto consuelo
su memoria"

             

viernes, 15 de enero de 2010

Antonio Fontán, cristiano y liberal


El que fuera primer presidente del Senado en la democracia ha sido enterrado hoy en el cementerio de La Almudena

Es de todos conocida la vigorosa condición religiosa de Antonio Fontán, destacado miembro numerario del Opus Dei, que supo conjugar, admirablemente, con una actitud y una vocación política de signo inequívocamente liberal.
Fontán, desmiente así, con su dilatada trayectoria en su vida y en la vida pública española, la pretensión de aquellos que a veces se empeñan en contraponer liberalismo y cristianismo como si para ser un buen liberal hubiera, necesariamente, que prescindir de la fe religiosa.
Sí, Antonio Fontán es un claro exponente de cómo se puede ser a la vez, un buen liberal y un cristiano ejemplar.
Discreto, afable, sumamente equilibrado, siempre lúcido pero prudente y moderado, he ahí el ramillete de virtudes que exhibió a lo largo de su andadura profesional y política.
Figura, ciertamente poliédrica, aunaba a un mismo tiempo, su condición de profesor universitario y destacado lingüista con la de periodista de raza y, finalmente, la del político liberal que siempre fue.
Conozco a Fontán junto a Calvo Serer en la década de los 60, justo cuando ambos protagonizaban la aventura del desaparecido "Diario Madrid". Estamos unidos, codo con codo, durante la apasionante aventura de la Transición, formando equipo con el llorado Joaquín Garrigues Walker. Y ya desde entonces, nuestra cálida amistad no ha dejado de ensancharse a lo largo de las múltiples vicisitudes vividas en estas últimas décadas.
Tengo aún encima de la mesa de mi despacho su reciente y puntual felicitación de Navidad de este año y el excelente trabajo que realizó con este motivo y que titula: “La Familia Real - la operación histórica del Rey Juan Carlos”
S.M. el Rey, con toda justicia, tuvo a bien honrarle recientemente con el título de Marqués de Guadalcanal que él se había merecido con holgura por su vieja lealtad al Conde de Barcelona, de quien fue miembro de su Consejo Privado, y su lealtad también al Rey Juan Carlos de quien fue Ministro en uno de los gobiernos de Adolfo Suárez después de haber presidido con enorme sabiduría el Senado en la Legislatura Constituyente.
Se marcha una gran figura de la vida española de este último siglo y los que hemos trabajado con él y hemos disfrutado de su leal amistad, le lloraremos siempre en nuestra memoria.

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