Non scholae, sed vitae discimus




Gracias. Usted ha sido un maestro y un amigo. Nos ha enseñado ciencia, buen hacer, respeto a las personas, amor a la libertad. Pero sobre todo, se nos ha dado usted mismo, su inteligencia, su afecto.
A don Antonio, que
"aunque la vida perdió
dejónos harto consuelo
su memoria"

             

viernes, 15 de enero de 2010

Compromiso católico, talante equilibrado / El Mundo



JUSTINO SINOVA

Antonio Fontán era catedrático de Filología Clásica y podía hablar y escribir en latín; siendo catedrático de Filología Clásica, ejerció el periodismo y fue el único español reconocido como uno de los 50 héroes de la libertad de Prensa en el siglo XX por el IPI (International Press Institute); siendo periodista, desempeñó importantes cargos políticos como la presidencia del Senado y ejerció de asesor de las más altas instancias nacionales.

Cualquiera en su lugar se habría visto apremiado por incompatibilidades e impedimentos de ejercicio. Pero Antonio Fontán actuaba en su polifacética dedicación con una señalada prudencia, fruto de un talante equilibrado, inteligente, discreto, juicioso, que le reconocieron todos los que tuvieron la oportunidad de tratarle. Además de todo ello, fue un católico comprometido -era miembro numerario del Opus Dei- que en todas sus variadas actividades no olvidó el ideario que le animaba.

Falleció a primera hora de la mañana de ayer en el hospital en el que había ingresado días atrás aquejado por una afección cardiaca, que no era la primera vez que le asaltaba. La noticia provocó reacciones coincidentes en el afecto, el elogio y el recuerdo emocionado de gentes de la universidad, del periodismo y de la política. Fontán era muy querido. Echando mano de uno de los tópicos del periodismo, se puede decir que su persona tenía muy buena prensa. Y deja muchos amigos agradecidos.

Nació en Sevilla en octubre de 1923 -había cumplido, pues, 86 años-, estudió Filología Clásica en las universidades de Sevilla y Madrid y se doctoró en 1948 con una tesis titulada Interpretación de los Diálogos de Séneca. Poco tiempo después empezó a ejercer como catedrático en la Universidad de Granada, luego pasó por la Universidad de Navarra y en 1976 se ocupó de su cátedra en la Autónoma de Madrid.

En medio de su carrera universitaria inició su dedicación al periodismo, que fue intensa y muy variada. Empezó con la obtención del título de periodista en la Escuela Oficial de Madrid en 1953 y con la fundación casi simultánea de la revista semanal Actualidad Española -un notable ejemplo del periodismo gráfico de aquellos años en la línea de grandes semanarios como Life y Paris Match-, que dirigió hasta 1956.

Desde ese año se afincó en Pamplona, donde participó en la fundación del Instituto de Periodismo dentro de la naciente Universidad de Navarra, que fue el primer centro universitario de enseñanza del periodismo y que dirigió hasta 1962. Capitaneó también Nuestro Tiempo, una revista mensual de pensamiento y actualidad de la Universidad de Navarra que aún sigue editándose.

De vuelta en Madrid le esperaba una aventura periodística que marcaría de modo muy notable su carrera. Fue nombrado en abril de 1967 director del diario Madrid, un periódico vespertino con arraigo en la ciudad al que dinamizó hasta convertirlo en un órgano de expresión plural que canalizaba las aspiraciones de desarrollo político y social que manifestaba la sociedad española en los años finales del franquismo.

Algo más de cinco años después, el 25 de noviembre de 1971, Madrid publicaba su último número tras ser clausurado por el Gobierno, que argumentó una irregularidad en la titularidad de las acciones de la editora, lo que era un pretexto para desembarazarse de un periódico incómodo.

En el último número, Fontán tuvo la oportunidad de despedirse, aprovechando un error inexplicable de los autores del cierre, y en su artículo, titulado simplemente Adiós, dejó la impronta de su estilo personal comedido y hasta generoso en esa ocasión con los autores de la represalia, que acababan con un medio plural que admitía en sus páginas opiniones contrapuestas e información relevante que otros se resistían a publicar.

En esos años, Fontán había entrado en el Consejo Privado de Don Juan de Borbón, cuyo derecho a recuperar el trono defendía, y formó parte del grupo de profesores que se ocuparon de la formación de su hijo, el Príncipe Juan Carlos. Se mostró siempre partidario de la reinstauración de la Monarquía y esa fue una de las opciones que defendió en su actividad política, guiada por ideas liberales y conectada con grupos políticos animados por Joaquín Garrigues Walker, con quien colaboró para fundar la Federación de Partidos Demócratas y Liberales y anteriormente el Partido Demócrata, que se integraron en 1977 en la UCD, Unión de Centro Democrático.

Presentó su candidatura por Sevilla al Senado en las primeras elecciones libres (1977) dentro de UCD, la coalición que lideró la transición, y fue elegido presidente del Senado, institución que entonces empezaba a andar y que tuvo que trabajar junto con el Congreso en la elaboración de la Constitución de la democracia.

Aprobada la Constitución y tras las siguientes elecciones (1979) fue nombrado por Adolfo Suárez ministro de Administración Territorial, con el encargo de empezar a construir la España de las autonomías. Permaneció una legislatura más, hasta 1982, en la política activa como diputado por Madrid, tras lo cual abandonó la actividad política de primera fila.

A partir de entonces, desplegó una amplia y discreta actividad como asesor, de la que se beneficiaron tanto instituciones del Estado -sus relaciones con la Casa del Rey eran muy fluidas- como entidades políticas. En el mundillo político era conocida su influencia sobre un selecto grupo de colaboradores de José María Aznar. Pertenecía al patronato de FAES, Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales, presidida por el propio Aznar.

Como periodista y como pensador fundó a comienzos de los años 90 la Nueva Revista, que se ha mantenido como vehículo de pensamiento hasta estos días a pesar de las dificultades de supervivencia que una publicación de esas características encuentra. Pero al grupo numeroso de colaboradores de la revista le animaba el espíritu emprendedor, conciliador y liberal de Fontán, que era un hombre que buscaba hacer el bien allí por donde iba.

La relación de condecoraciones y reconocimientos que recibió es muy extensa. He aquí unos ejemplos: condecoración al Mérito Constitucional, medalla de Oro del Senado y Gran Cruz de Alfonso X el Sabio. En 2008, le concedieron la Medalla de oro de la Villa de Guadalcanal, junto con el título de marqués de dicha localidad, otorgado por el Rey.

Fontán fue escritor asiduo de artículos y análisis de actualidad en un lenguaje elegante y fácil a la vez, de ensayos, algunos de ellos influyentes, como Los católicos en la Universidad española, publicado en 1961, de contenido más amplio que lo que apunta su título, y de unos estudios singulares que desde hacía unos años enviaba a sus amigos por Navidad a modo de felicitación navideña.

Eran opúsculos de varias decenas de páginas dedicados a cuestiones de historia, de filología y de actualidad -lo que cada año le interesaba más o le llamaba la atención- cuidadosamente encuadernados, una especial felicitación navideña, la última de ellas dedicada a la Monarquía, que ya no volverá a enviar y que tantos echarán de menos.

Antonio Fontán Pérez, periodista y primer presidente del Senado en democracia, nació en Sevilla el 15 de octubre de 1923 y murió en Madrid el 14 de enero de 2010.

Más información en página 12

Su pasión por la información fue intensa y variada: creó revistas, dirigió diarios, fundó facultades de periodismo...

Contribuyó a la educación del entonces Príncipe Juan Carlos y presidió el primer Senado de la Democracia

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